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Con lupa

Jul 8, 2018

Por Ángel Cu Ambriz

Con enorme fortuna estamos transitando por lo que algunos analistas denominan cambio de régimen político en nuestro país. Alrededor de las ocho y media de la noche del primero de julio, los candidatos de las coaliciones encabezadas por el PRI y el PAN salieron a reconocer el triunfo de AMLO; a diferencia del año 2000 cuando Ernesto Zedillo hasta las once de la noche fue que anunciara que habría alternancia en el poder ejecutivo, luego de setenta y un años de dominio del PRI.

Fue un triunfo contundente de MORENA y su coalición a lo largo y ancho del país. Para bien o para mal, con o sin contrapeso la ciudadanía se volcó a las casillas para dejar principalmente un mensaje muy claro: NO MÁS. Mensaje plasmado con una participación electoral que no se veía desde 1994.

amlo

Es conocido el fenómeno bipolar que generó Andrés Manuel López Obrador: o lo amaban o lo odiaban y lo que nunca midió el sistema a lo largo del sexenio, es que el llamado candidato populista estaba encarnando las demandas, por las ofensas y los abusos cometidos en contra de la ciudadanía desde hace décadas; pero concentradas en la más fallida administración nacional jamás vivida. Peña Nieto ha sido el presidente con menos aceptación en la historia post revolucionaria de México, aceptación perdida a pulso en cada una de sus pifias administrativas, políticas y por corrupción.

Meade afirmó en su mensaje de aceptación de derrota: “Entregamos un país con macro economía sana”. Lo que no mencionó es que la deuda se quintuplicó en el sexenio.

Anaya por su parte, luego de reconocer que no le eran favorables los resultados, reiteró su postura respecto a la utilización de las instituciones en contra de su postulación para golpearlo y descarrilar su campaña.

El candidato independiente… este… bueno, también reconoció el triunfo de AMLO.

Alrededor de las once de la noche: el rictus del Presidente Peña Nieto en su mensaje a la nación, sus ademanes rígidos verticales cortantes fueron más elocuentes que cualquier mensaje oral.

En fin, fueron cuatro manifestaciones de civilidad democrática (dijeron los politólogos), añadiendo que seremos testigos de una nueva clase política.

¿Será?

Escuché analistas de diversas corrientes y con diversos perfiles: “El efecto AMLO”

Tal vez fue lo único que me quedó más o menos aplicable a BCS.

De lo macro a lo micro, el resultado de las elecciones del primero de julio es una censura y una oportunidad.

¿Por qué en BCS la clase política recibió un revés tan elocuente?

Ya habían salido algunas encuestas en las que se mostraba que la aceptación a la administración estatal actual iba a la baja. Es un indicador, pero ¿fue el único factor?

Con la llegada de Mendoza Davis las expectativas de la población subieron bastante, ante la caída que sufrió el anterior gobernador, que aunque salió bien calificado respecto a otras administraciones, mantuvo un declive constante hasta el final de su mandato.

¿A raíz de las elecciones veremos golpe de timón o reaciedad?

¿El revés estatal es también una manifestación ciudadana de: NO MÁS?

No más a lo que el distinguido lector considere: demoliciones, remodelaciones, permisos, o repartición de plazas laborales.

¿O será un “surfeo” de ciertos actores políticos que acarrearon su capital para montarse en la ola; el efecto AMLO para obtener lugares que de otra manera no hubieran conseguido?

En cualquiera de los casos; a nivel nacional y a nivel estatal, la sensibilidad ciudadana ha llegado a límites sin precedente.

Estaremos con lupa siguiendo lo que el gobierno federal vaya decidiendo; las organizaciones ciudadanas quedaron muy bien establecidas a raíz de las necedades del Pacto por México y sus hijas; Reformas estructurales.

Los especialistas nacionales e internacionales que desdeñó Peña Nieto estarán volcados en cada movimiento que realice la administración de López Obrador para censurarlo. Así mismo los críticos locales, estaremos pendientes de que los “morenistas” sudcalifornianos, velen por el bienestar de la población y no disfracen decisiones en favor de las minas tóxicas, de la privatización de las playas, compadrazgos y otras conductas reiterativas por funcionarios previos de todos los colores políticos.

Los trabajadores de los cabos deben dejar de ser “empleador por propinas” y necesita que se atienda la diversidad social de sus pobladores.

La Paz necesita que se detone el mercado interno y que los funcionarios tengan la experiencia y perfil profesional para cumplir con sus asignaciones.

Así mismo los otros tres municipios tienen sus pendientes y el sexenio estatal apenas va a la mitad. Así que pudiera convertirse en una oportunidad para que los ciudadanos quedemos satisfechos del desempeño de la “nueva clase política” de BCS y de la administración de Carlos Mendoza Davis; y que como parte del grupo de gobernadores GOAN atienda los pendientes acumulados en armonía con la estrategia del nuevo gobierno federal; porque lo que es seguro es que los estaremos siguiendo con lupa a todos ellos.

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