Vie. Abr 19th, 2024

Por Prisciliano de la Peña

Zalate de fábulaEn lo más alto del robusto anabá,

mi refugio familiar, mi sagrado hogar,

mientras la insidiosa fiebre y hambruna

se empeñaban en inicializar mis huesos,

en una de esas peregrinas sequías,

escuchaba mi triste concierto estomacal,

cuando viene el ladino coyote.

– Bellísima dama babisuri,

en la imposibilidad de subir hasta Usted

para darle un abrazo y un beso de felicitación,

con motivo del día de la amistad y, además,

es muy cierto, todo mundo habla de Usted,

distinguida madame, por ser hermosísima,

y más importante, es verdad también,

que el apestoso puma de la montaña.

Le brillan sus ojos,

como un perfecto enamorado,

mientras largaba sus lisonjas,

soñando con mi tibio cuerpo,

sentí un largo escalofrío.

– Le agradezco su fineza señor coyote, más… mire,

en esa sombreada cueva, al pie del árbol,

ahí duerme mi padre, pregúntele por favor,

si puedo bajar…

Se fue raudo, saboreando su triunfo

y segura satisfacción.

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Se escuchó solo un crujir de huesos.

Bajé de rama en rama haciendo circo,

hasta el moribundo, ya con los ojos en blanco.

Levanté la pata y la despedí con la cara húmeda.

– ¡Con que apestoso, ehhh!

– No necesito contar las gotas de lluvia

para dormir con tranquilidad y gozo de la vida.

Expuso el abuelo babisuri con dulzura,

y continúo durmiendo en espera de la noche.

2 comentarios en «Entre Compadres te lances»

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